¿De qué manera la cultura puede fortalecer y promover los derechos humanos?
Desde los que estamos
implicados en el quehacer cultural de diferentes formas, construyéndola,
defendiéndola, reinventándola, la pregunta podría ir de la siguiente manera:
¿Es posible hablar de
derechos humanos dejando a la cultura de lado?
Esta otra forma de
plantear la interrogante es una invitación a la reflexión activa y rebelde: Una Invitación para quitarnos la legaña de los ojos y con asombro vemos lo que ha estado
pasando en este mundo globalizado, monopolizado y por lo mismo, enfermo.
Se nos ha querido
convencer de la idea de que los derechos humanos se piensan, ejercen y
defienden desde el ámbito de lo legal, lo político, lo social, pero nunca vinculado
al universo de la o las culturas.
Sin embargo, solo si
potenciamos la dimensión cultural será posible entender la integralidad de los
derechos humanos, porque la cultura es lo que da sentido al hecho humano de la
existencia, del pensar, del sentir, del actuar, de la vida misma. La cultura es
la plataforma desde la que construimos nuestras identidades individuales y colectivas.
Necesitamos una
cultura creativa para construir nuevos corredores económicos, libres de
exclusión y explotación. Necesitamos una cultura sin fronteras para quebrar los
muros del egoísmo y el miedo. Necesitamos una cultura de la alegría para
recuperar las calles y ser nuevamente comunidad. Necesitamos sentirnos culturas
de amor, de respeto, de sueños colectivos que se construyen desde la mirada del
otro, hacia las manos del otro, junto al latido del otro…. Culturas para defender
los derechos que son de todos, para todos, siempre.